Sentada en tu escalera de piedra,
mientras los chopos
al frente
se airean.
Suena el canto de la mezquita
en la ladera,
y se acompaña con la música de los árboles,
que en la tarde no cesa.
A lo lejos, otra torre,
alta, blanca, cuál espejo
su cúpula, por el sol refleja mil rayos,
y coge el eco y lleva el rezo hasta
perderlo en las montañas.
Y al fondo el mar,
que reposa los cantos
de esta hermosa tierra.
sábado, 9 de mayo de 2009
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