sábado, 30 de mayo de 2009

Rota en el camino

Si rota me encuentras
un día,
hecha trozos y
de mi andar malherida.

Te ruego que no me despiertes,
y dejes que beba de mi agonía.
Que me mortifiquen los recuerdos,
que me absuelva el propio dolor,
... que me ahogue con mi respiración.

Y no preguntes,
no busques,
sólo deja que fluya.

Aliviame con tu mirada.
Con tus manos
cura mis llagas.
En tu pecho recógeme
y permite que lo deje húmedo
con las lágrimas.

No me pidas que vuelva ya.
Espera ...

Deja que mis pensamientos
resbalen por las paredes de mi cuerpo,
hasta que su roce no lo sienta,
porque mientras resbalan me desgarro entera,
como si a tiras mi piel se despegara.

Abrázame,
con la fuerza que tengas
para soportar esta desesperanza.
No me sueltes, si puedes ...
Y átame con tus brazos,
fuerte,
que no me caiga.


Déjame marchitar,
hasta que otra vez la primavera vuelva
y me convierta de nuevo
en un ser para amar.

martes, 19 de mayo de 2009

Pide a tu espíritu que vuelva

Cuántas veces desde la montaña
miraste al vacío.
Dejaste la vista perderse
en el infinito.
Cuántas, de esas veces,
se tambalearon tus piernas
al tocar el límite del camino.

Cuántas sombras
pasaron como nubes
sobre tú cabeza.

Era un día, donde
a cada paso,
se extiendían los precipicios.
Un día, donde ni pisando fuerte,
dejabas huella.
- Cómo vela rota en la tormenta.

Cuándo das la vuelta y no ves nada.

Qué hiciste,
cómo tiraste los días y las noches
que ya han pasado.
Que desbordó tú espíritu,
que salió veloz por tu boca
dejándo seca tu alma.

No malgastes ni uno solo
de los días que vienen,
no te lanzes,
no hagas nada de lo que ahora piensas.

Mira en tu fondo,
muy adentro
y pide humildemente a tú espíritu que vuelva.
Comienza
y cierra el cajón de lo que fue de tí,
porque hay más mares,
porque hay más vidas,
que te esperan,
porque hay otros mundos,
que te merecen,
porque simplemente
esta es tú vida y la tienes que vivir.

A Alejandra

Tus manitas
en mi cara.
Tú nariz
en mi nariz.
Y tú mirada.
Un torbellino de
abrazos, de besos ...
... y qué más pedir
a este momento.
Tú ahora no lo sabes,
pero yo sí pido
que (este momento)
sea eterno,
eternamente tierno.
Porque sí sé,
que como tantos otros,
se lo lleva el viento.

A Carlota

Morenita mía,
rosadita,
tú sonrisa enciende mi vida.
Tus ojitos,
desde el primer encuentro,
me miran y miran.

Tú mano en mi cara.
Cómo pudiera soñar
la magia del roce
de tus pequeños deditos,
descubriendo mi rostro.
Contacto profundo,
admirada en cada gesto.

Tú cabeza en mi hombro.
Abruma el calor
que me das,
y que transporta velozmente
infinitos sentimientos.

Pierdo en tí mi mirada,
en la traquilidad de la tarde,
y la inquietud se transforma
en sosiego.

Tús ojos se cierran,
y en mi regazo reposas tú cabeza.
Te contemplo,
mientras dormida te quedas.

sábado, 9 de mayo de 2009

Música turca

Sentada en tu escalera de piedra,
mientras los chopos
al frente
se airean.

Suena el canto de la mezquita
en la ladera,
y se acompaña con la música de los árboles,
que en la tarde no cesa.

A lo lejos, otra torre,
alta, blanca, cuál espejo
su cúpula, por el sol refleja mil rayos,
y coge el eco y lleva el rezo hasta
perderlo en las montañas.

Y al fondo el mar,
que reposa los cantos
de esta hermosa tierra.

- Alma, deja que duerma

Esta noche,
cuando hasta el silencio me trae más silencio,
escucho mi alma y tiemblo.

A voces, desde mi ser más profundo,
donde confluyen mis vidas
y de donde parten mis sueños.

Cuando los días se agrietan
y se seca a mis pies la vida,
es cuando mi alma busca
salir de esta piel que me cobija.

Me provocan sus lamentos
y me asustan sus verdades,
porque me cuenta
la vida, la mía,
de la que se alimenta mientras respiro.

Hoy, siento como consume mi noche,
gritando,
sin permitirme el sueño,
como capitán enfadado,
para cambiar mi rumbo.

Me habla de tí,
de que estas cerca,
que no duerma,
que esté alerta.

Siento que el amor ansiado
ronda mi mundo,
que sabré que es él al verle,
que no tema,
si la luz en ese instante
es tenue.

Porque me hará vibrar,
despertar, encontrarle.
Y se acallará mi alma.
Que descanse en paz,
que me deje vivir,
dormir,
que no me haga temblar más.

Solo me roza el aire

Miro a esas gaviotas que
ahora sobre mi vuelan,
sentada, mientras el sol calienta mi espalda.

Miro al mar y mis ojos se encandilan
con la senda de luz que al sol lleva.
Y sobre mi, las gaviotas.

Mi cuerpo no pesa,
absorta en lo que pienso.
Y como ellas, extiendo mis brazos
y alzo el vuelo.

Y planeo sobre el mar,
en la tarde.
Con las alas bien abiertas,
dejando a los vientos golpear mi cuerpo.

Así quiero vivir,
como gaviota que vuela,
que en silencio se deja llevar por las corrientes.
Que si mueve sus alas con energía,
sigue subiendo,
hasta apenas divisar el suelo.

Bendito vuelo
que me evade,
que me lleva tan alto
que solo me roza el aire.

Desnuda de todo,
sin más afanes,
que sentirme pájaro
con alas grandes.