viernes, 14 de agosto de 2009

Adictos

Adictos,
Como peces al agua,
porque no pueden vivir
de otro modo.
Y sin respirar se ahogan.

Adictos
como los árboles a la tierra,
porque de ella se nutren
y a ella se aferran.

Adictos
como los pájaros al aire
porque si no,
para que sus alas,
para que su vuelo.

Adictos
a nosotros.
Irremediablemente adictos.

Solo tú
me das el oxígeno
que necesito.
Tú , mi adicción,
me das la vida.
El sentido.
El alimento.

Qué cordura
necesitaríamos
para dejar esto.
Cómo caminar
si no es de la mano.
Cómo dejar de tenernos,
cómo dejar de amarnos.

Qué locura
ha sido esto.
Somos adictos.
Infinitamente adictos.
De por vida,
sin cura.
Adictos sin remedio.

Me diste todo

Me diste el mar como regalo,
y como el mar, es inmenso.
Me diste el horizonte,
desde donde sale el sol
hasta donde duerme.

Me diste la luna,
llena, para mí.

Me diste todo.

Cuanta belleza
en este paisaje
que me ofreciste
que me hablará de ti,
siempre,
aunque tú no estés.

El mar
profundo como tú amor.
Las olas que me acarician.
La brisa de la tarde,
que me rodea
y me mece
como yo me sentía en tus brazos,
como tu lo hacías.

El horizonte,
infinito
como nuestra historia,
sin fin,
Eterna.

El sol en la mañana
que cuando asoma ya calienta.
Me da la luz
como cuando tú estás cerca.
Me da el calor,
cómo tú.
Y le veo cada día,
como si a ti te viera.

De noche
la luna,
la que tú me diste
me espera.
Me mira,
cómo tú.
Y me escucha,
porque necesito hablarle,
porque no puedo dormir,
porque desde que te conocí
estoy despierta.


Cuanta belleza
en este paisaje
que me ofreciste,
que me hablará de ti,
siempre,
aunque tú no estés

La vida en mil pedazos

Si con la mano
en mil pedazos,
como un vaso,
mi vida pudiera estallar contra el suelo.
Ahora lo haría.

Con la rabia
que he guardado
de sumar el tiempo,
por las cosas que no se ubicaron
como debieron.
La haría trizas,
rompiendo mi historia,
la destrozaría,
la rompería.

Contemplaría entonces
despacio,
cada trozo,
cada momento.
Y respiraría despacio,
sin prisa.
Observaría que fue
o que no fue,
que sucedió
o que pensaba,
que me llevó.

Si pudiera saber que hubiera pasado,
si pudiera dar la vuelta a ese momento,
Tener la otra cara de aquello que ahora veo.

Si volviera atrás,
sería el mismo camino.
Si nazco hoy, llegaría al mismo sitio.

Si aquel día tome otra vida
que no era la mía,
dónde ahora estoy,
habría llegado.

Si tuviera otra vida
¿Qué haría?
Si pudiera recomponer
algunos pedazos.

Me contengo
y trago mi rabia.

Si puedo hoy,
qué cambiaría.
Si puedo hoy,
por donde empezaría.

Sí – hoy puedo,
voy, sin miedo,
a vivir.

Miraré adelante.
Es ahora cuando vivo.
Ahora es, cuando pienso,
cuando decido,
cuando me aferro,
a vivir la vida,
a tomar un nuevo camino.
Mi camino.
Y asumiré, como sea, que es el mío.

Aquella tarde me perdí en tus ojos

Fue en Agosto,
Aquella tarde me perdí en tus ojos.

Rendidos,
ante nosotros,
nos tragó la vida
sin piedad.

Nos engulló el deseo.
Nos amamos.
Nos hicimos, de nosotros,
nuestros propios esclavos.

Robamos al tiempo cada día,
en una tierra que no nos pertenecía.
Su polvo,
traspasó nuestros poros,
como veneno.

Pensamos
que morir de amor,
podía ser cierto.

Como ciegos,
nos exploramos,
descubriendo nuestros misterios.
Destapamos
los caminos
andados.

Como desesperados,
agotamos cada instante
de cada encuentro.
Hasta exhaustos entregarnos
los últimos besos.

Abrimos las almas,
desnudas.
Y sin pudor,
conocimos el placer
de mezclar dos vidas.

Como enredaderas
descontroladas,
nos devoramos
el uno al otro.

Como nudos
imposibles,
nos atamos.

Nos encontramos
en aquella tarde,
era Agosto,
nos miramos
y me perdí en tus ojos.