miércoles, 27 de enero de 2010

Insaciables

Nos trajo prisas,
la vida...

Por no entender las incógnitas
en la maraña
de nuestras propias fórmulas.

Desde la ignorancia
imperturbable, del que solo corre,
quedaron sin respuesta,
a veces perdidas,
o simplemente,
acumuladas en el saco
que cada uno
carga a su costado.

Corrimos,
como si tras nuestros pies
la tierra que pisamos ardiera.

Nos perdimos,
de los caminos que andamos
sus interminables laderas.

Caminos, que no vimos
en el afán de llegar,
a qué sitio,
ahora te preguntas.

Tantos días
sin un recuerdo
que de sabor en el tiempo.

Recogimos de las frutas
las más verdes,
porque no esperamos
con calma su madurez.

Arrancamos flores al paso,
aún no abiertas.
perdimos su hermosura,
su aroma,
su esencia de ser flor
en su momento,
cuando a su tallo llega el calor.

Perdimos en la carrera
de tantas cosas el reposo.

Nos trajo prisas,
la vida.

Sin aliento,
queríamos respirar,
cuando la garganta
se ahogaba entre
tantas palabras.

Agujas de un reloj,
que se clavaron
en nuestro cuerpo,
dejando una estela de
sangre descolorida.
Desperdiciada.
Y convertidos en relojes
imparables,
tragamos horas
tragamos días
nos tragamos desbocados
a nosotros mismos,
como desdichados
insaciables.




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